Resumen científico - 86

A continuación, compartimos con todos Uds. un resumen de las novedades más destacadas del mundo de la ciencia y la tecnología.

“Los científicos tienen el deber de impactar
en el entramado social”
 





* Por Pablo Esteban

Casi sin excepciones, toda investigación surge para resolver una duda y desanudar un problema. Una curiosidad intensa que motoriza las aspiraciones personales y modifica las vidas de unos sujetos que, devenidos científicos, se pasarán sus horas develando tal o cual misterio que, en algunos casos, afrontarán como si de una experiencia religiosa se tratara. Se encerrarán en sus cabezas –encerradas en laboratorios– mientras por las ventanas desfilarán los sucesivos veranos, otoños, inviernos, primaveras, y de nuevo más veranos, más otoños.

¿Y para qué sirve su trabajo? O, dicho de otro modo, ¿qué hacer para que sus logros se palpen en lo cotidiano? En definitiva, ¿qué impacto tiene la ciencia en la vida de las personas? ¿Se puede vivir sin científicos?

El Conicet es el principal organismo que, en Argentina, se dedica a la promoción y a la ejecución de actividades científicas y tecnológicas. Su actividad se divide en cuatro áreas que agrupa diversos campos de estudio: ciencias agrarias, ingeniería y de materiales; ciencias biológicas y de la salud; ciencias exactas y naturales, y ciencias sociales y humanidades.

Por intermedio de sus diversos campos de trabajo se ocupa de fomentar y financiar investigaciones que apuntan al desarrollo de la economía nacional y a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.

El Consejo fue creado en 1958 y su primer presidente fue Bernardo Houssay. Desde su fundación hasta la actualidad, la institución navegó los mares de diferentes gobiernos y se acomodó como pudo en los intersticios que dejaban los proyectos nacionales. Tras una primera etapa de incertidumbre y de incipiente desarrollo, el Conicet se reflejó en espejos que no le devolvieron la imagen y se acostumbró a surcar realidades opacas.

Tras la dictadura, durante los ochenta y los noventa, la ciencia se convirtió en mala palabra y los científicos fueron perdiendo presencia –¿esencia?– hasta convertirse en fantasmas cuya existencia molestaba. Poco a poco, se configuraron como una plaga que era necesario erradicar, un grupo de empleados ociosos que no contribuían en nada al progreso de la nación: individuos errantes que no tenían sentido en un marco neoliberal que los expulsaba y los mandaba a lavar los platos hacia otras latitudes.

El presidente del Conicet, Roberto Salvarezza, analiza el estado actual del sistema científico en Argentina, subraya cómo se modificó el campo durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández y explica con una mirada prospectiva por qué es importante el fomento de las vocaciones científicas.

Ciencias duras, ciencias blandas

–¿Cómo definiría el concepto de ciencia?

–La ciencia es la búsqueda del conocimiento. El concepto tiene una raíz latina que refiere a “conocer”. Frente a ello, se derivan dos caminos posibles. Por un lado, el investigador podría tener la intención de conocer por curiosidad, es decir, por la acción que implica formular una pregunta y poder responderla (ello abarca todos los campos científicos, tanto las disciplinas sociales como las exactas, las naturales, etc.). Mientras que, por otro lado (como sucede en el caso de las ingenierías), al individuo le puede interesar aplicar los conocimientos para resolver un problema puntual que se desarrolla en lo cotidiano.

–En este marco, se presenta un interrogante que se vincula de modo directo con las percepciones y las concepciones que componen el propio concepto de ciencia. ¿Dónde ubicar a las ciencias sociales? Desde una perspectiva funcionalista, ¿qué rol cumplen en la sociedad? ¿A qué necesidad responden?

–Desde mi punto de vista, las diferencias entre las disciplinas exactas y las sociales se han pulido bastante. Cuando llegué a la presidencia del Conicet, siempre que discutía sobre ciencia pensaba en aplicaciones y dispositivos tecnológicos. En este sentido, un día leí un artículo de un investigador del Instituto Gino Germani que criticaba el reduccionismo de mi postura. Era mi primer año en el cargo y el escrito señalaba algo así como “el doctor Salvarezza se olvidó de las ciencias sociales”. Por eso, decidí pensar al respecto y abogar por la construcción de un enfoque más integral. Y la realidad es que la aplicación de las ciencias sociales es enorme. Diría que es una de las áreas en que más participa la institución.

–El 20 por ciento de los investigadores que pertenece al Consejo desarrolla sus proyectos en el área de las ciencias sociales y las humanidades...

–Exacto. Además, los investigadores ligados a esta rama generan un conocimiento que es de enorme importancia para el Estado.

–¿Por qué?

–Tenemos investigadores de la institución presentes en múltiples organismos. Hay científicos que trabajan en el Ministerio de Trabajo en colaboración con Carlos Tomada; historiadores y sociólogos que abordan problemáticas de género; recursos humanos especializados en temas de urbanización que estudian cómo se distribuye la población y exploran las estrategias para mejorar la calidad de vida de las personas en asentamientos y en viviendas precarias; personal dedicado a estudiar los procesos de comunicación que investigan el rol de los medios de comunicación y su vínculo con los derechos humanos, etc.

–¿Y cómo participan estos estudios en aquello que denominamos “realidad”?

–El Estado necesita de cientistas sociales e intelectuales que desarrollen investigaciones de calidad para afrontar los procesos de toma de decisiones y la generación de consensos en las distintas áreas que conforman nuestra sociedad. Un caso emblemático es el de la Fundación YPF. Uno esperaría la demanda de geólogos o ambientalistas, y la realidad indica que uno de los principales temas sobre los que YPF quiere trabajar se relaciona con los conflictos sociales. Nos solicitan científicos que pertenezcan a dichas disciplinas y estén preparados para explicar las relaciones entre las condiciones laborales, las características demográficas y los movimientos comunitarios.

–Lo mismo que ocurre en YPF podría aplicarse al ejemplo del litio...

–Sí, claro. Somos el tercer país con mayor reserva de litio en el mundo (en referencia a la zona compartida con Chile y Bolivia). Hoy en día, si se decide encarar un proyecto nacional no sólo es importante considerar la extracción del recurso sino que, también, es necesario abordar la temática desde una perspectiva holística que considere, por ejemplo, el manejo del agua y el impacto económico, social y político para los pueblos originarios y los habitantes de la zona. Para todo ello, se necesitan investigadores que analicen los grupos sociales. Y por suerte, en el Conicet los tenemos y son muy buenos.

Una ciencia cotidiana

–Si tuviera que retrotraerse a épocas precedentes y comparar con la actualidad, ¿cómo caracterizaría el estado de la ciencia en el país?

–En comparación a décadas precedentes, todo el sistema científico se ha robustecido. Desde el 2003 a la actualidad se incrementó el presupuesto de Conicet de 260 millones a 5200 millones; se pasó de 3000 a 9000 investigadores, de 1800 a 10.000 becarios; de 100 a 250 institutos de ciencia. Ahora bien, con esta realidad el desafío es entender cómo actuar, cómo manejarnos.

–Se trata de articular la aplicación de la ciencia en el engranaje productivo de la nación...

–Sí. Tenemos que lograr que la ciencia esté presente en todo el entramado económico y social. Se trata de llevar salud a los hospitales –biología molecular al diagnóstico, por ejemplo–, transferir conocimientos y recursos humanos que trabajen temáticas de justicia –en relación con la firma de acuerdos para capacitar técnicamente a los investigadores en laboratorios judiciales– y ni hablar de nuestra injerencia en los desarrollos de tipo productivo y tecnológico. En definitiva, existen muchos canales por los que se ha transferido conocimientos y recursos humanos capacitados para que la ciencia se involucre en la vida cotidiana de las personas.

–¿Qué ventajas cree que presenta un país que tiene un sistema científico fortalecido?

–Esta pregunta se puede abordar desde múltiples dimensiones. En primer lugar, Conicet no podría continuar creciendo si se tornara incapaz de impactar en la población. Para tener trabajos publicados en buenas revistas alcanza con un número bastante más reducido de científicos. En cambio, como el principal objetivo al que apuntamos es transformar la sociedad, nos esforzamos por formar la mayor cantidad de investigadores capaces de plantear soluciones frente a los conflictos locales. En estrecho vínculo con el punto anterior, pero desde una visión macro, es clave definir qué proyecto de país y qué visión a futuro poseen los gobernantes, para que la ciencia camine por un trayecto seguro.

–Y frente a ello, ¿qué proyectos de país piensa que existen?

–Creo que podríamos definir, a grandes rasgos, dos grupos. Si –como ocurre en la actualidad– las convicciones de los gobernantes se orientan hacia la construcción de un país cuyas empresas compitan, una nación con industrias que produzcan innovaciones y hacia la consolidación de una economía pujante con marcado desarrollo interno y expansión hacia el exterior, será clave el fortalecimiento del sistema científico. En cambio, si pensamos –como en los noventa– que lo único que interesa es el sistema financiero y las exportaciones primarias, por supuesto, Argentina no requiere de un sistema científico fuerte. Cuando Domingo Cavallo mandó a lavar los platos a los investigadores del Conicet no expresó nada distinto a lo que en realidad creía: ¿para qué sirven los científicos en un modelo neoliberal? Para el Estado, la ciencia era un gasto inútil y los investigadores conformaban un grupo de empleados ociosos. Ahora bien, si construimos nuestro propio satélite, si incrementamos la producción nacional de medicamentos, si buscamos consolidar la biotecnología y cultivamos semillas propias, lo que se necesita, indefectiblemente, es una estructura apta para realizar innovaciones. Desde esta perspectiva, el imaginario sobre el modelo de país orienta las políticas públicas que se realizan para construir una dinámica social determinada.

–Usted señaló que durante la última década se revitalizó el sistema científico desde un punto de vista material, pero también simbólico. ¿Qué quiere decir con eso?

–En los ochenta y en los noventa, las políticas expulsaban a los científicos. Fueron décadas de éxodo económico en que los investigadores se marchaban del país por la ejecución de medidas que tendían a la hiperinflación y porque ganaban sueldos miserables que no les alcanzaban para vivir. Algo parecido ocurrió en el 2000. Entonces, ¿cuál es la concepción que se tiene del sistema científico si se expulsa a los individuos que fueron capacitados para producir ciencia? Eran trabajadores que al Estado no le interesaba mantener, empleados que sencillamente sobraban. Con la administración de Néstor Kirchner la óptica cambió totalmente. Fue un presidente que ni bien comenzó con su gestión, propuso la formación de 1400 becarios para 2004 –cuando ingresaban 200 anualmente– que planteó la recomposición salarial en el Conicet y que impulsó la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva.

–¿Por qué cree que actuó de esa manera Néstor Kirchner?

–Porque el modelo de país que Néstor tenía en la cabeza concebía la conformación de un Estado fuerte, capaz de producir su propia ciencia y desarrollar su propia tecnología. La ciencia y la técnica en Argentina se relanza desde la órbita estatal y no desde el sector privado.

–En la actualidad, ¿qué lugar cree que ocupa la ciencia?

–Hoy en día, la ciencia está bien instalada en el imaginario colectivo. La creación del parque Tecnópolis es ilustrativa al respecto. Argentina posee un espacio en que la ciudadanía debate sobre el conocimiento. La realidad de 2015 es otra: hoy discutimos cómo hacer ciencia, hacia dónde queremos ir y cómo actuar en consecuencia. En el pasado, la ciencia ni siquiera estaba en discusión porque no estaba en la agenda de ningún gobierno. En el 2001, por ejemplo, debatíamos sobre cómo pagar la luz de los institutos de ciencia y si lo cerrábamos al día siguiente por falta de recursos. En síntesis, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández instalaron a la ciencia como un insumo vital para que la sociedad camine y, al mismo tiempo, crearon una deuda. Hoy, los científicos tienen el deber de impactar con sus trabajos en el entramado social.


Fuente: Página 12

¿Ciencia yo? 




* Por Adrián Paenza

La cantidad de datos que uno absorbe por día son impresionantes. Es un bombardeo constante. Cuando yo nací, ¡no había televisión! Está bien que estoy viejo, pero no soy tan viejo. De hecho, todavía vivo. Pero yo recuerdo haber visto mi primer programa de televisión en 1955 cuando mi madre nos llevó –a mi hermana y a mí– “a ver televisión a la casa de su hermano”. Decía que la imponente cantidad de información que consumimos hace muy difícil poder decidir qué nos interesa realmente. Más que eso: creo que lo que resulta muy difícil es poder evitar creer que lo que nos dicen que nos tendría que interesar es realmente interesante. Pero, sobrevivimos... y nos adaptamos.

Hace unos días tuve en mis manos algunos de los cuestionarios que hace una organización que se llama PEW Re- search Center. Es una organización sin fines de lucro, sin pertenencia partidaria y que solamente se ocupa de testear los distintos saberes de la población, sobre todo norteamericana pero también mundial, abarcando diferentes temas de actualidad. En algún sentido, la idea es darle validez a eso que se conoce como “la gente piensa” o la “gente supone” o el “sentido común dice”. Como conozco algunas personas muy serias que allí trabajan y me merecen total confianza, es que me interesa compartir algunas cosas que aprendí. Todos los reportes, cuestionarios y conclusiones son gratuitos y de fácil acceso si uno tiene una conexión a Internet. Yo elegí un ejemplo que me interesa particularmente: la idea es determinar qué grado de información tiene un ciudadano promedio sobre cuestiones científicas generales.

Para lograrlo, consensuaron un cuestionario de 13 preguntas, eligieron al azar 1006 personas en todo el país y evaluaron los resultados. Eso les dio una idea aproximada de lo que “sabe el norteamericano promedio”, aun con las deformaciones que son previsibles. Pero claramente es mejor tener los datos que no tenerlos. Para agregar aún más credibilidad, sumaron a la generación del test a una buena parte de los periodistas científicos que trabajan en la revista Smithsonian, de excelente reputación.

Como nadie está observando lo que usted hace y/o anota, es una buena oportunidad para testearse a uno mismo. Eso sí, antes de avanzar con el cuestionario propiamente dicho: que usted conteste bien o mal muchas preguntas, no le agrega nada sobre usted a ninguna otra persona más que a usted mismo. Cada uno sabe cuáles fueron (y son) sus condiciones de contorno. Cada uno de nosotros sabe cuántas facilidades tuvo (y tiene) para acceder a cierto nivel de información. En ese sentido, el medio ambiente en el cual uno se desarrolla es esencial. Yo tomé el test para saber cuán informado estoy/estaba sobre lo que “otros” decidieron que era importante saber. Ahora sí, acá voy.

1.- Toda la radiactividad está generada por el hombre. Esta frase es:

a) Verdadera.
b) Falsa.

2.- Los electrones son más pequeños que los átomos.
a) Verdadero.
b) Falso.

3.- Los láseres funcionan al concentrar ondas sonoras.
a) Verdadero.
b) Falso.

4.- Los continentes en los que vivimos se han ido moviendo durante millones de años y continuarán moviéndose en el futuro.
a) Verdadero.
b) Falso.

5.- Los protectores de sol protegen la piel ¿de qué tipo de radiaciones solares?
a) Rayos X.
b) Rayos Infrarrojos.
c) Rayos Ultravioletas.
d) Microondas.

6.- La nanotecnología opera con objetos que son extremadamente...
a) Pequeños.
b) Grandes.
c) Fríos.
d) Calientes.

7.- ¿Qué gas es el que aparece en mayor porcentaje en la atmósfera terrestre?
a) Hidrógeno.
b) Nitrógeno.
c) Dióxido de carbono.
d) Oxígeno.

8.- ¿Cuál es la función principal de los glóbulos rojos?
a) Combatir las enfermedades del cuerpo.
b) Distribuir oxígeno a todas y cada una de las partes del cuerpo.
c) Cooperar con la coagulación de la sangre.

9.- ¿Cuál es la mayor preocupación que genera la sobreutilización de antibióticos?
a) Que pueda generar bacterias resistentes a algunos de ellos.
b) Que los antibióticos son muy caros.
c) Que una persona se transforme en un adicto al uso de antibióticos.

10.- ¿Cuál es un ejemplo de una reacción química?
a) Agua hirviendo.
b) Azúcar disolviéndose.
c) Clavos oxidándose.

11.- ¿Cuál es la mejor manera de determinar si una nueva droga es efectiva en el trato de una enfermedad? Si una científica tiene un grupo de mil voluntarios que la padecen, ella debería....
a) Darle la droga a todos y detectar cuántos se mejoran con el uso.
b) Darle la droga solo a una mitad, y luego comparar los resultados para saber cuántos se mejoraron en cada grupo.

12.- ¿Qué gas es el que la mayoría de los científicos cree que es el causante de que se eleve la temperatura de la atmósfera?
a) Dióxido de carbono.
b) Hidrógeno.
c) Helio.
d) Radon.

13.- ¿Qué recurso natural se extrae con un proceso conocido con el nombre de fracking?
a) Carbón.
b) Diamantes.
c) Gas natural.
d) Silicona.

Las respuestas correctas son: 1) Falsa, 2) Verdadero, 3) Falso, 4) Verdadero, 5) Ultravioleta, 6) Pequeños, 7) Nitrógeno, 8) Distribuir oxígeno a todas partes del cuerpo, 9) Que pueda generar bacterias resistentes a ciertos antibióticos, 10) Oxidación de un clavo, 11) Darle la droga sólo a una mitad, y luego comparar los resultados para saber cuántos se mejoraron en cada grupo, 12) Dióxido de carbono, 13) Gas natural.

Como escribí más arriba, estoy convencido de que este test no le debería servir a nadie más que a usted mismo. En cualquier caso, la Figura refleja la distribución de las personas por número de preguntas contestadas correctamente. Supongo que a usted le pasa como a mí, que tenemos una fuerte tentación a sacar conclusiones. No creo que tengamos datos suficientes para hacerlo, pero hay un caso particular que me llamó muchísimo la atención: fue el porcentaje de aciertos tan bajo referido al gas que predomina en la atmósfera terrestre. Solamente un 20 por ciento de las personas contestó que es nitrógeno.


Fuente: Página 12

¿Qué tan cerca estamos de encontrar
una cura para el cáncer?
 





El reconocido investigador del Conicet, Doctor en Ciencias Químicas y Personalidad Descatacada de la Ciencia, Gabriel Rabinovich, detalló los avances oncológicos que se vienen realizando en Argentina y contó cómo descubrió la existencia de la Galectina-1, la proteína que podría ser la clave para lograr cronificar la enfermedad.





Fuente: La Nación

"Sería bueno medir e incentivar la inversión
privada en ciencia y tecnología"
 





Carlos Gianella, Subsecretario de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Buenos Aires, reflexionó sobre diversas temáticas en materia de política científica en el marco de las elecciones presidenciales de 2015, a saber: el nivel de inversión en I+D, la continuidad del Programa Raíces, el futuro del MinCyT, entre otros.





Fuente: La Nación

Cambio climático: "El rol de
los gobiernos locales es clave"
 





Thomas Stocker nació hace 56 años en Zurich, Suiza. Es profesor de Clima y Física Ambiental en la Universidad de Bern desde 1993 y en 1998 comenzó a trabajar en el Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC). Desde el 2008 preside uno de los grupos de trabajo y ahora está en la carrera para ser su presidente y reemplazar al indio Rajendra Pachauri.

- ¿Por qué se postula para presidir el IPCC?

- Por muchos años contribuí con mi experiencia y asesoramiento científico ahora soy candidato y estoy esperanzado en la atmósfera que se ha generado en torno al cambio climático y a lo que puedo aportar. Es importante que el IPCC es liderado por un científico que tiene experiencia en producir material para los reportes.

- ¿Por qué la cumbre en París será diferente y no un fracaso como las anteriores en cuanto a que los países puedan asumir compromisos serios de reducción de contaminantes?

- Hay tres puntos que me vuelven algo optimista respecto de la cumbre de París. El primer punto es que nunca antes quienes diseñan las políticas estuvieron tan bien informados respecto de nuestro conocimiento científico sobre el cambio climático. Al mismo tiempo hay un cuerpo de conocimiento disponible, también para el público en general.

Segundo punto: nunca antes tantas compañías privadas declararon pública y abiertamente que el cambio climático es una amenaza para sus negocios.

Y, el tercer punto es el proceso político. Por primera vez cada país declara públicamente cómo se prepara para reducir las emisiones, cuánto piensa reducir y por qué ellos piensan que es ambicioso. Nadie lo hubiera pensado hace cinco años que China o los Estados Unidos iban a comprometerse concretamente en la implementación de un plan de reducción.

- Cuando el presidente Obama anunció el plan de reducción de las plantas de carbón para generación de energía aseguró que somos la última generación que puede hacer algo respecto del cambio climático. ¿Está de acuerdo?

- Absolutamente. Estoy convencido de que podemos tomar este problema. Que tenemos el conocimiento y las herramientas para hacerlo. Casi siempre menciono que se trata de una nueva revolución industrial.

- ¿Cómo es eso?

- La revolución industrial fue algo global. La primera revolución fue la mecanización, la invención del agente metálico que hacía el trabajo sin que tú tuvieras que hacerlo. El segundo fue la electrificación. El tercero, la digitalización. Yo creo que la cuarta podrá llamarse descarbonificación. Esta nueva revolución tendrá nuevos inventos. Implica mucho esfuerzo pero también nuevas riquezas, nuevos trabajos y una mejor calidad de vida.

- En ese contexto ¿qué rol le asigna a los gobierno locales?

- Es absolutamente crucial el rol de los gobiernos locales. Todo sucede localmente. Son la llave para la solución. Un ejemplo, en los Estados Unidos vemos desde hace mucho tiempo un actitud negativa frente al fenómeno pero muchas comunidades incluso estados enteros, como California, han generado modelos para combatir el cambio climático.

Pero por supuesto también se necesita liderazgo en la cumbre mundial. Ahora vemos que tiene que haber tanto actividad en la base de la pirámide, pero también en lo alto.

- ¿Cuál es el límite de temperatura que se puede soportar 1,5°C, 2°C, 4°C?

- No hay una temperatura que se pueda identificar. Lo que claramente vemos es que incluso 2 grados por encima de la temperatura promedio, significa que el planeta va a ser diferente de lo que es hoy y al que nos vamos a tener que adaptar. En el Ártico estos efectos van a estar amplificado, también vemos cambios significativos en los Alpes, en Europa o en Los Andes. Todos los paisajes van a cambiar. En las latitudes altas va a ser absolutamente diferente porque hablamos de hasta 9 grados de aumento en las temperaturas.

- Usted como experto en los océanos, ¿cómo cree que influirá el fenómeno?

- Los cambios en los océanos merecen una especial atención porque son los mayores componentes del sistema climático y son un enorme reservorio de comida. Todos vivimos directa o indirectamente de los recursos que nos provee. Además del aumento del nivel del mar, de lo que se habla menos es de la acidificación que es el efecto directo de la absorción del dióxido de carbono. Para los organismos marinos el ambiente se torna muy diferente al que vivían desde miles de años atrás. Entonces se produce una amenaza a este ecosistema.

- ¿Qué podría pasar si no se toma ninguna acción?

- La alternativa de no hacer nada también se ha evaluado. Las consecuencias de la inacción las podemos ver en la amenaza a la vida de muchas personas. La vulnerabilidad va a aumentar en muchas latitudes, especialmente entre los más pobres. Al final del día el desarrollo no es posible. El cambio climático es una amenaza para el desarrollo sostenible.


Fuente: La Nación

Tieta, la tucán brasileña que puede
comer gracias a un pico 3D
 





Cuando en marzo pasado la rescataron de una feria de comercio ilegal de animales silvestres en Río de Janeiro, los veterinarios nunca habían visto un animal tan maltratado. La tucán Tieta tenía que hacer malabarismos para poder comer, pues la parte superior del pico se la habían arrancado. Ahora, como se ve en el video publicado, con la ayuda de una impresora 3D se puede alimentar nuevamente con normalidad.




El nuevo pico le fue implantado el 27 de julio. Mide poco más de 4cm y pesa unos 4g y fue impreso en dos horas, aunque el trabajo de producción llevó unos tres meses. El desafío del equipo, formado por expertos de tres universidades y otras instituciones, era hacer una prótesis ligera y resistente como ninguna otra.

Los expertos utilizaron como molde el pico de un animal muerto y con la ayuda de un programa de computación lo ajustaron para que se pareciera lo más posible a su pico original. Hicieron cuatro intentos antes de dar con la prótesis que finalmente le implantaron.

La cirugía, que duró unos 40 minutos, fue de alto riego, pues tuvieron que anestesiar completamente al ave que solo pesa 300g.


Fuente: BBC Mundo

El ambicioso ascensor de 20 km
para viajar al espacio
 





La idea no es nueva, se le ha ocurrido antes a escritores de ciencia ficción, científicos, cineastas, niños... Hasta quizás se te haya ocurrido a ti: construir un ascensor para viajar al espacio. Y, esta semana, una empresa canadiense logró obtener la patente en Estados Unidos y Reino Unido para hacer este proyecto realidad.

El modelo que propone Thoth Technology Inc. es una torre inflable de 20 kilómetros de altura con un elevador eléctrico en su interior. Con 20 kilómetros de altura, la estructura, bautizada Torre ThothX, será 20 veces más alta que el Burj Khalifa en Dubai, el edificio más alto del mundo.

La idea es que la nave y los astronautas asciendan a la cima de la torre por un ascensor y, desde una plataforma ubicada en el techo de la torre, se lance la nave hacia el espacio. La nave podría regresar luego a la plataforma para recargar combustible y volver a partir. Así, la sonda espacial podría iniciar su vuelo de forma horizontal, evitando el gasto de energía que se produce por causa de la gravedad terrestre y el roce con la atmósfera.

En la actualidad, la única forma de alcanzar altitudes que superan los 50 km es mediante un cohete. Se calcula que con este sistema se podría ahorrar aproximadamente un 30% de los costos del combustible que se emplea para viajar a la órbita terrestre baja. Esto favorecería la exploración espacial, que se ve limitada por el costo que implica lanzar una sonda al espacio.

Las críticas a proyectos anteriores similares apuntaban a que no había un material que pudiese soportar su propio peso en grandes alturas. Sin embargo, el modelo de Thoth Technology Inc propone una estructura de no más de 20 km. Es decir, una estructura más baja que se encuentre en la estratósfera y no más arriba en la órbita geoestacionaria, donde se encuentran los satélites.

Según la empresa, la torre -presurizada neumáticamente y guiada desde su base- tendrá la capacidad de mantenerse estable incluso si se produce un huracán.


Fuente: BBC Mundo


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