Resumen Científico - 18

A continuación, compartimos con todos Uds. un resumen de las novedades más destacadas del mundo de la ciencia y la tecnología.


Analizan calidad del agua para consumo en el Matanza-Riachuelo 




Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y del CONICET analizaron la calidad del agua que la población del área de la cuenca Matanza-Riachuelo utiliza para consumo. El objetivo era ver en qué medida la falta de acceso al agua de red incrementa el riesgo de contraer enfermedades de origen hídrico, como diarrea o dermatitis. Para esto, tomaron 117 muestras en 90 hogares en los que alguno de sus integrantes había padecido una afección de ese tipo.

Así, los científicos comprobaron que el 80% de las muestras de agua extraída de pozos individuales, el 45% del agua envasada y el 9% de las provenientes de la red pública resultaron ser no potables por exceso de bacterias coliformes y de nitratos, ambos indicadores de contaminación en agua y alimentos.

Según el estudio, las personas que viven en hogares en los que el agua de pozo individual es la fuente principal para consumo tienen una probabilidad 55% superior de padecer alguna enfermedad de origen hídrico que quienes cuentan con agua envasada o de red. De todos modos, los científicos no esperaban porcentajes tan altos en lo que respecta al agua envasada.

Hasta principios de la década del 90, la fuente histórica para la provisión de agua potable en el Gran Buenos Aires fue el acuífero Puelche. Luego, la calidad de su agua se fue deteriorando, por lo que comenzó un proceso de sustitución por aguas provenientes del Río de la Plata con tratamiento centralizado. Sin embargo, la población que aún obtiene agua de perforaciones directas al acuífero es aún muy elevada.

Como es más barato potabilizar el agua que depurar efluentes cloacales, el Estado suele priorizar la red de agua. Esto tiene un efecto beneficioso para la salud, pero otros perjudiciales para el ambiente.


Fuente: CTyS UNLaM

Descubren causa de la alergia a gatos 




Científicos ingleses han descubierto cómo se desencadenan las reacciones alérgicas a los gatos. Se logró identificar cómo el sistema inmune del cuerpo detecta el alérgeno del gato, el cual produce síntomas como la tos y el estornudo. Por ello es que este descubrimiento permitiría crear nuevos tratamientos que protejan a quienes sufren de alergia a estos animales.

Los elementos más comunes que detonan la alergia a los gatos son: las proteínas en la saliva de los gatos, la orina y la caspa (escamas secas de la piel). Al entrar en contacto con ellos, los síntomas de una alergia pueden desarrollarse en pocos minutos o tomar horas en aparecer.

Las reacciones alérgicas ocurren cuando el sistema inmune exagera el peligro que percibe. En vez de responder a un virus o una bacteria dañina, identifica erróneamente alérgenos, como la caspa de gato, y monta una respuesta inmune.


Fuente: BBC Mundo

El secreto del plástico ecológico está en Bolivia 




Una bacteria de Bolivia especialmente prolífica en la generación de polímeros podría ser clave en la fabricación plásticos biodegradables y no tóxicos para el organismo humano.

El bacilo, de una cepa hasta ahora desconocida, fue descubierto en uno de los llamados "ojos de agua" del salar de Uyuni, en el sur del país.

La bacteria boliviana demostró ser muy productiva, capaz de generar un polímero de propiedades térmicas que lo hacen más fácilmente procesable que el producido por otras bacterias, y que podría ser muy útil en la fabricación de, por ejemplo, materiales de embalaje alimentario o bolsas de basura.

La bacteria es capaz de producir grandes cantidades de polímeros cuando se la somete a gran estrés. En otras palabras, hay bacterias que en condiciones extremas, tanto de temperatura, de presión o concentración de sal, pueden sintetizar cantidades importantes de polímeros.

A pesar de los buenos resultados, se afirma que este sistema para producir plásticos biodegradables y biocompatibles es poco competitivo económicamente frente a los procedimientos químicos.


Fuente: BBC Mundo

Nuevas pistas del monstruo galáctico 





Está muy bien escondido en el corazón de la Vía Láctea, detrás de inmensas y oscuras cortinas de gas y polvo. Allí, a unos 25 mil años luz del Sistema Solar, anida una criatura cuatro millones de veces más masiva que el Sol. Y que, sin embargo, ocupa un volumen relativamente chico. Masa extraordinaria, densidad extraordinaria, y por ende gravedad extraordinaria: es el súper agujero negro que domina el centro de nuestra galaxia. Y como todo agujero negro, lógicamente, es invisible (dado que ni siquiera la luz puede escapar de su campo gravitatorio).

A mediados de los años ’70, los radioastrónomos estadounidenses Robert Brown y Bruce Balick detectaron potentes ondas de radio procedentes de un rincón muy particular de la constelación de Sagitario: ni más ni menos que la zona del cielo que coincide con el centro de nuestra galaxia. Años más tarde, la poderosa “radiofuente”, bautizada como “Sagitario A*” (que, técnicamente, debe leerse como “estrella Sagitario A”) fue el blanco de varios programas de observación, no sólo en ondas de radio sino también en luz infrarroja y en rayos X. Al parecer, Sagitario A* era una zona de la Vía Láctea especialmente caliente y activa, pero también muy pequeña.

A comienzos de la década del ’90, varios súper telescopios observaron los núcleos de varias galaxias y no sólo detectaron potentes emisiones de sus núcleos, sino también corrientes de estrellas moviéndose en forma alocada, y a altísimas velocidades. Aparentemente, había “algo”, pesadísimo e invisible, que las zamarreaba de un lado para el otro. Cosas millones de veces más masivas que el Sol. Ya no se podía tratar de agujeros negros convencionales –aquellos que se forman tras la muerte y colapso de estrellas muy masivas– sino de “súper agujeros negros”. Muchas grandes galaxias parecían tenerlos. Y probablemente la Vía Láctea no era la excepción.

Desde hace casi dos décadas, los astrofísicos Stefan Gillesen y Reinhard encabezan un equipo de científicos que viene estudiando el centro de la Vía Láctea, con el monumental Very Large Telescope (VLT), el mayor observatorio astronómico óptico del mundo (situado en pleno desierto de Atacama, Chile). Hace unos años, estos investigadores descubrieron una gran nube de gas y polvo –de unas tres masas terrestres– en órbita de Sagitario A*. Y fueron siguiendo su trayectoria cuidadosamente. Más aún: al modelar su órbita, se dieron cuenta de que la nube alcanzaría su mínima distancia al súper agujero negro en 2013, pasando a tan sólo 25 mil millones de kilómetros de la pesada bestia invisible (unas 5 a 6 veces la distancia Sol-Neptuno). A esta escala, casi un arañazo. Sería una inmejorable oportunidad para ver “en vivo” un fenómeno de características extraordinarias: ni más ni menos que los efectos gravitatorios directos de un súper agujero negro sobre una nube de materia bastante considerable. Algo que, más allá de su espectacularidad, podría aportar preciosa información.

Los científicos del ESO fueron testigos directos de la dramática metamorfosis de la nube, a medida que se acercaba más y más a Sagitario A*. La infortunada masa de gas y polvo no sólo fue acelerándose en forma alocada, sino que también se fue estirando y desgarrando poco a poco. El máximo acercamiento entre la nube y Sagitario A* fue de 25 mil millones de kilómetros, apenas escapó de caer hacia su interior. Pero la cosa aún no terminó: en realidad, la nube quedó tan estirada que sólo su parte frontal, moviéndose a más de 10 millones de km/hora (un nada despreciable 1 por ciento de la velocidad de la luz), pasó por el punto de mínima distancia. Tal como muestran las imágenes del VLT, todo el resto de la masa de gas y polvo, cual si fuera una “cola”, aún se está moviendo hacia allí.

Fuente: Página 12


“Vamos camino a una mayor pluralidad de creencias, identidades y sociabilidades religiosas” 




El sociólogo Fortunato Mallimaci explica las recientes transformaciones del campo religioso argentino y el rol de las ciencias sociales en el debate actual por la reforma del Código Civil.

¿Cómo surge la idea de hacer un relevamiento de la religión de los argentinos?

Realizamos durante años un extenso trabajo de campo a nivel nacional en el marco de nuestras investigaciones sobre creencias, identidades y sociabilidades religiosas en Argentina. A partir de ese trabajo observamos que teníamos algunas nociones acerca de la religiosidad de los argentinos que no eran las que más aparecían y que en realidad conocíamos muy poco sobre las creencias de la mayoría. Eso significó un desafío para nosotros como investigadores y como ciudadanos, entonces nos propusimos hacer un estudio específico sobre la religión y la estructura social en la Argentina.

¿Dónde fue más evidente la distancia entre sus preconceptos y la realidad?

Una de las nociones que contrastamos fue la idea de que el catolicismo es la religión hegemónica total que monopoliza todas las creencias. Encontramos que el 25 por ciento de los argentinos, es decir 10 millones de personas, no se dicen católicos. Además, observamos que dentro de los católicos creyentes, que son los 30 millones restantes, hay una distancia entre las prácticas religiosas y las normas, preceptos y doctrinas que emanan de la institución a la que pertenecen.

¿Qué implican estos datos?

Esto nos mostró cambios culturales profundos en la sociedad argentina, especialmente en la distancia entre las instituciones y sus miembros. Sin embargo, la religión no desapareció, sino que hay una recomposición y vamos camino a una mayor pluralidad de creencias, identidades y sociabilidades religiosas. Hoy las personas creen en Dios pero a su manera, son “cuentapropistas” y tienen varias identidades al mismo tiempo.

¿Qué aporte hace la sociología a la comprensión del campo religioso argentino?

Su principal contribución es el enfoque histórico socio-religioso. Esta mirada busca visibilizar la importancia que tiene lo religioso en nuestra sociedad, pero además permite demostrar que es un tema que se puede estudiar, que se puede debatir en el ámbito académico, político, social y cultural. No podemos seguir reproduciendo categorías y discursos de otras sociedades, tenemos que encontrar unas que respondan a las características y la historia de nuestra sociedad en un contexto de múltiples modernidades a nivel planetario.

¿Cómo analiza usted desde esa perspectiva histórica y social de lo religioso el debate por la reforma del Código Civil?

Hay que observar cómo ha cambiado el Código Civil a lo largo de la historia argentina. En 1871 Dalmacio Vélez Sarsfield redactó un código liberal, conservador, cristiano, varón, evolucionista y biologicista, que fue aprobado a libro cerrado. Luego en 1968, durante la dictadura cívico-militar y religiosa de Onganía, se remarcó – también sin discusión – que la iglesia católica era la única institución reconocida como persona jurídica de derecho público en el Código con el mismo estatus que el Estado nacional y provincial, pero además se eliminó todas las otras instituciones que había en 1871. Frente a esos antecedentes, el nuevo Código debe dar cuentas de los profundos cambios en las creencias de los ciudadanos y hacer memoria de lo sucedido para no repetir discriminaciones y privilegios.

¿Qué importancia tiene el debate parlamentario por la reforma del Código Civil?

Por primera vez en nuestros 200 años tenemos la posibilidad de discutir el Código Civil en democracia, de distribuir los bienes religiosos eliminando los privilegios particulares y proponiendo una autonomía entre el mundo religioso y el Estado. Los cientistas sociales tenemos que hacer nuestro aporte a ese debate y hacer público nuestro conocimiento sobre los profundos cambios del campo religioso argentino, y contribuir a la inclusión de todas las creencias e identidades. Las religiones pertenecen al heterogéneo espacio público de la sociedad civil.


Fuente: CONICET

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