A continuación, compartimos con todos Uds. un resumen de las novedades más destacadas del mundo de la ciencia y la tecnología.
Seis grandes desafíos de la ciencia moderna
Para conmemorar el 300º aniversario del Premio Longitud original –otorgado a la invención de un reloj capaz de mantener la hora en altamar– la semana pasada se anunció una nueva edición de este premio. El reloj marino de John Harrison mereció el primer Premio Longitud de 1714. El propósito es estimular a científicos e inventores para que encuentren soluciones a seis problemas clave que enfrenta el mundo de hoy.
Demencia. Cada vez más personas desarrollan demencia y eso supone un gran costo personal y económico para la sociedad. Como no existe una cura, los organizadores del Premio Longitud señalan que hay una necesidad de encontrar formas de apoyar la dignidad y el bienestar físico y emocional de las personas con demencia, y así extender su capacidad de vivir de forma independiente. Según datos de la organización británica Alzheimer Society, 44 millones de personas en el mundo sufren demencia hoy en día, y se teme que ese número aumente a 135 millones para 2050. De ellos, el 71% serán pobres o de clase media.
Vuelos. El rápido crecimiento del transporte aéreo necesita ser gestionado por la amenaza del cambio climático. Los organizadores del premio dicen que el potencial de los vuelos de 0 emisiones de carbono ya ha sido demostrado, pero que tiene muy poco impacto en la huella de carbono de la industria de la aviación, que aún depende de combustibles fósiles. Hasta ahora, los vuelos ecológicos se han logrado con pequeñas aeronaves que funcionan con energía solar o de baterías, pero sólo en distancias cortas o con pocos pasajeros.
Alimentos. Para 2050, se calcula que habrá 9.100 millones de personas en el planeta y habrá una creciente demanda de alimentos como carne y leche. Pero incluso ahora mucha gente no recibe suficientes nutrientes para vivir una vida saludable. La malnutrición es un problema enorme en todo el mundo. Una de las mayores deficiencias es en proteínas. El otro problema es que el modo en que producimos proteínas es increíblemente ineficiente.
Parálisis. La parálisis puede surgir a partir de diferentes lesiones, enfermedades y trastornos y sus efectos pueden ser devastadores para quienes la padecen. Pero en años recientes, se han conseguido grandes avances en dispositivos como exoesqueletos robóticos, en interfaces cerebro-computadora que pueden utilizarse para controlar la tecnología de asistencia y en la medicina regenerativa.
Agua. Alrededor del 98% del agua de nuestro planeta es demasiado salada tanto para beber como para su uso en la agricultura. Además, 44% de la población mundial y 28% de la agricultura global están en áreas donde hay escasez de agua dulce. A medida que aumenta la demanda de agua y disminuyen las reservas, muchos se están volcando en la desalinización. Pero las tecnologías actuales son demasiado costosas e ineficientes. Además, las plantas de desalinización también producen contaminantes, generalmente en la forma de una salmuera concentrada.
Antibióticos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que los antibióticos añaden un promedio de 20 años a todas nuestras vidas. Pero desde el descubrimiento de la penicilina a comienzos del siglo XX, el uso excesivo de estos fármacos ha llevado a que las bacterias desarrollen resistencia y han surgido superbacterias intratables que amenazan las bases de la medicina moderna. La OMS ha advertido sobre la posibilidad de una "era post-antibióticos", en la que los fármacos clave ya no remedien y la gente se muera de infecciones simples que antes eran tratables.
Fuente: BBC Mundo
Nota en Página 12:
Transgénicos en el ojo de la tormenta
Transgénicos en el ojo de la tormenta
Una ventana de oportunidad
El mundo enfrenta una perspectiva de crecimiento demográfico y ascenso social masivo que pone en riesgo la sustentabilidad ecológica y el estilo de consumo occidental. Dichas proyecciones junto al creciente uso de biocombustibles y bioplásticos, vuelven los escenarios más temidos una realidad plausible con incipientes impactos comerciales (subas de precios, caídas en los stocks, ampliación de la frontera cultivable, etc.). En contrapartida, trae inéditas oportunidades para los países con capacidad de expandir su frontera agrícola.
La biotecnología es una revolución tecno-productiva que abre nuevos escenarios. Con ella se pueden diseñar plantas con características sumamente diversas, ya sea para obtener cultivos aptos para zonas áridas, resistentes al uso de herbicidas, con nuevos elementos nutricionales, o incluso como insumos para obtener productos industriales. Si bien no es la única técnica biotecnológica, la transgénesis supone una revolución en sí misma, pues abre la posibilidad de introducir en una planta un gen que era propio de otra especie; modifica cualitativamente los márgenes de intervención en la naturaleza, a la vez que garantiza un resultado mucho más específico que el obtenido por otras técnicas de manipulación biológica.
En el país existen trayectorias científicas consolidadas en cuanto al desarrollo de plantas transgénicas. Investigadores del sistema público fueron pioneros en Sudamérica en obtener plantas transgénicas en condiciones de laboratorio; desde hace casi 25 años, las capacidades locales de I+D se vienen multiplicando. En paralelo, Argentina también es pionera en materia de regulación de la biotecnología agrícola a través de un sistema de control de la inocuidad alimentaria y ambiental de estos cultivos.
En 1996, Argentina aprobó y adoptó el uso de cultivos transgénicos. Hoy, la mayor parte del maíz, soja y algodón implantados son de tipo transgénico. Estos, junto a la siembra directa, el desarrollo de nuevas variedades y determinados agroquímicos, conformaron un paquete tecnológico. El aumento de la productividad derivado del uso de este nuevo paquete les ha permitido a los productores que la emplearon atender el incremento de la demanda mundial y acumular ganancias, a la vez que implicó un incremento en la riqueza de la economía. El Estado obtuvo una parte vía recaudación impositiva, lo que contribuyó a sostener los distintos programas de inclusión social que implementa.
No todos los productores pueden acceder a este tipo de tecnología, lo que amerita políticas dirigidas a brindarles opciones. Además, existen serios problemas relacionados con la producción agrícola actual (poblaciones fumigadas con agroquímicos, deforestaciones para ampliar zonas de cultivos, vulnerabilidad de cultivos con menor interés comercial, problemas de títulos de propiedad, etc.) que requieren mayores esfuerzos para su solución. Si bien éstos no tienen una relación unívoca con el hecho de que los cultivos sean transgénicos, hay muchos actores sociales que plantean que todo forma parte de lo mismo, lo que termina entorpeciendo el debate sobre las posibilidades de la biotecnología agrícola local (algo similar a plantear que la emisión de gases contaminantes de muchos colectivos o los accidentes de tránsito –problemas reales y muy atendibles– se derivan mecánicamente del uso del petróleo, por lo que entonces sería negativo sostener políticas dirigidas a aumentar su producción local...).
Ahora bien, en la carrera tecnológica por el desarrollo de nuevos cultivos transgénicos, las grandes transnacionales son los actores dominantes. Las semillas transgénicas que circulan en el mercado llevan transgenes patentados por dichas empresas, lo que limita los márgenes de apropiación social de los beneficios de los transgénicos, entre otras razones, porque sólo innovan en transgenes que puedan tener una aplicación comercial amplia y las rentas tecnológicas asociadas se radican en sus casas centrales.
¿Qué oportunidades y desafíos se presentan para la Argentina en este escenario? El país tiene muchas capacidades locales para innovar en el sector. Si dispusiera de mayores esfuerzos para valorizar los desarrollos del sector público, estimulara la iniciativa privada local, introdujera cambios en el sistema regulatorio para depender menos de una lógica global –los elevados costos que implica atravesar el sistema regulatorio y la escasa presencia de emprendedores locales dispuestos a innovar en la materia, hacen que la mayoría de los desarrollos no lleguen al mercado— y afianzara vínculos con otros actores regionales de peso (sobre todo, Brasil), bien podría aprovecharse la tecnología de los transgénicos para disminuir la dependencia de las transnacionales y aumentar el desarrollo con inclusión social.
Costos y beneficios
La investigación y el desarrollo (I+D) en transgénicos constituye una de las prioridades de la agenda de ciencia y tecnología local. Existieron importantes inversiones públicas en el desarrollo de capacidades relacionadas con la ingeniería genética. Además, los sistemas regulatorios, en particular la propiedad intelectual, claramente favorecen los desarrollos transgénicos por sobre otro tipo de desarrollos. Tres tipos de argumentos son utilizados para justificar este apoyo y pedir incluso más soporte desde el Estado: 1) que la transgénesis ha sido muy importante en la explicación de los aumentos de productividad en la agricultura argentina. 2) que la transgénesis, en comparación con otras técnicas de mejoramiento de semillas, representa un salto cualitativo que la convierte en la tecnología del futuro, 3) que la transgénesis podría entregar aún más beneficios sociales si ésta se gestionara y controlara desde el Estado, ya que podría satisfacer demandas sociales amplias (como, resistencia a pestes locales), no atendidas por la inversión privada.
En general, los múltiples costos que han sido atribuidos a la difusión de transgénicos y su paquete de tecnologías asociadas, se ignoran, o se argumenta que si el Estado asumiera un rol más activo, podrían ser compensados por los amplios beneficios económicos que se le atribuyen. Estos argumentos tienen varios problemas.
Primero, no hay evidencia conclusiva, ni en Argentina ni en el exterior, que indique que existe una asociación positiva entre la introducción de transgénicos y el rendimiento de la tierra. Es clara la asociación entre transgénicos y rentabilidad privada –vía reducción en los costos de los pesticidas y herbicidas—, pero no lo es la asociación entre transgénicos y rendimiento por hectárea–, la cual sí se ha encontrado más claramente asociada a mejoras introducidas con otras tecnologías de mejoramiento vegetal, como el cruzamiento clásico (asistido por biología molecular) y la mutagénesis. Nos preguntamos entonces, ¿por qué el desequilibrio a favor de la transgénesis cuando son los aumentos en el rendimiento de la tierra los que representan mejoras de mayor valor social, en la medida que son permanentes?
Segundo, dado que por el momento son pocos los eventos transgénicos disponibles en el mercado, en gran parte la evaluación del posible desempeño e importancia de la tecnología a futuro depende de las expectativas, pero éstas difieren significativamente según el tipo de actor. ¿Sobre la base de las expectativas de quiénes debería ser financiada la inversión en transgénesis? Porque para algunos actores esta tecnología representa un cambio radical en el mejoramiento vegetal (y animal) ya que permitiría ampliar hacia otras especies el pool genético que puede utilizarse en el mejoramiento. Mientras que para otros actores, los desarrollos en transgénicos amenazan la diversidad genética y económica, podrían generar efectos adversos sobre la salud y el medio ambiente difíciles de predecir, contaminan los cultivos no transgénicos e inducen a una mayor concentración productiva.
Tercero, resulta ingenuo pensar que se puede separar la “tecnología” de las instituciones que han contribuido a su desarrollo y difusión. El desarrollo de los transgénicos respondió a las estrategias de las empresas multinacionales (EMs) de generar desarrollos que les permitieran apropiarse del conocimiento, creado por ellas y por otros actores. Los marcos regulatorios internacionales que ellas mismas promueven les son funcionales a ese objetivo. En verdad sólo estados muy poderosos, de la envergadura de China han logrado algunos desarrollos en transgénicos que responden a sus necesidades locales negociando de igual a igual con las EMs. ¿Es posible pensar nuevas estrategias de investigación con un rol más preponderante del Estado, sin modificaciones profundas en los sistemas regulatorios globales (ej. de bioseguridad y derechos de propiedad) que contrabalanceen el poder de las EMs?
Finalmente, no es claro que cualquier costo que se genere por la tecnología pueda ser compensado, ya que la mayor parte de estos costos, como los que se podrían generar sobre la biodiversidad, ambiental, productiva y tecnológica, son irreversibles. Además, dado el rol dominante que tienen los transgénicos en la agenda de I+D actual, hay muchos otros costos potenciales que no se conocen porque no se ha generado información científica suficiente ni se ha buscado validar información disponible producida por otros actores de la sociedad.
Es importante repensar la política de I+D en biotecnología agrícola y equilibrar los sistemas de apoyo y las regulaciones asociadas de manera tal de asegurar la diversidad tecnológica y promover el desarrollo autónomo del país. Sólo a partir de la democratización del debate y la apertura de la agenda de I+D en biotecnología se pueden alcanzar estos objetivos de desarrollo sustentable.
Fuente: Página 12
Nota en Diario Z:
La historia de las calles porteñas
La historia de las calles porteñas
Son unas dos mil calles y la mayoría homenajea a un militar. Las más cortas recuerdan a artistas. Y los derrotados, como Rosas, no tienen ninguna.
Los nombres de las ca¬lles son parte del ADN de una ciudad. La nom¬bran, le dan sentido, la construyen. Son la trama y el re¬vés. Lo que incluyen y lo que ol¬vidan. Lo que privilegian y lo que minimizan. Las calles de una me¬trópoli son un muestrario de su memoria colectiva.
En Buenos Aires hay más de 2.150, entre calles, pasajes, corta¬das, avenidas y autopistas. En el li-bro Las mil y una curiosidades de Buenos Aires, el periodista y guía de turismo Diego Ziggito estable¬ce un ranking de las temáticas, profesiones y actividades que pre¬dominan. En primer lugar, apare¬cen los militares, con 338 calles. Le siguen los abogados (128), po¬líticos (83), batallas (75), ciudades argentinas (74) y marinos (71).
En tanto, en una ciudad tan futbolera como Buenos Aires, sólo una calle rinde homenaje a un fut¬bolista: Herminio Masantonio, en Parque Patricios, cerca del estadio de Huracán, donde brilló a fuerza de goles y potencia en la década del 30. Un caso similar es el de los boxeadores, con dos calles: Justo Suárez, el “Torito de Mataderos” y Oscar Bonavena, en Pompeya.
El paso del tiempo
En general, las principales llevan nombres de militares, fechas pa¬trias, próceres o batallas, mientras que las periféricas o de corta exten¬sión suelen evocar a artistas, mú¬sicos o escritores. Entre las ausen¬cias más notorias hay que anotar a los caudillos federales. La historia la escriben los que ganan, y a la hora de ponerles nombre a las calles de Buenos Aires los unitarios borraron de un plumazo a sus enemigos fe¬derales. No hay arterias que recuer¬den a Estanislao López, Felipe Va¬rela o Chacho Peñaloza. Tampoco a Juan Manuel de Rosas.
La primera etapa de la nomen¬clatura de las calles de Buenos Ai¬res surge con la fundación de Juan de Garay, en 1580. La mayoría de los nombres alude a santos, veci¬nos ilustres y aquellos cuyo apellido –por el lugar de residencia– permi¬tía identificar una zona. Después de las invasiones ingleses se intro¬ducen nombres alusivos a esa ges¬ta y con la Revo¬lución de Mayo y la Independencia aparecen en la no¬menclatura bata¬llas, ciudades y pueblos argentinos y países de América Latina.
La última etapa empieza en 1983 con la vuelta a la democracia, y se caracteriza por retirar de ca-lles y plazas los nombres de repre¬sores y funcionarios de gobiernos de facto. Uno de los ejemplos más resonantes fue el de una plaza en Flores, que se llamaba Pedro Euge¬nio Aramburu y se le dio el nombre de Ángel Gris, en homenaje al per¬sonaje de Crónicas del Ángel Gris, el libro de Alejandro Dolina. Cerca de allí, la calle Ramón Falcón –jefe policial y feroz represor de mani-festaciones obreras a inicios del si¬glo XX– sigue uniendo Caballito y Liniers, aunque hubo varios pro¬yectos para cambiarle el nombre. Cada tanto, la chapa de Falcón aparece tapada por improvisados carteles de los vecinos que dicen Radowitzky (el anarquista ucrania¬no que lo mató en 1909) o Mario Amaya, un militante radical asesi¬nado por la dictadura en 1976.
Mitos urbanos
Las calles de Buenos Aires ate¬soran todo tipo de leyendas, mitos y curiosidades. Según Ziggioto, hay dos “verda¬des porteñas” que no son más que mi¬tos de larga data. “Ri¬vadavia no es la ave-nida más lar¬ga del mundo, ni siquiera la más larga de Buenos Aires, ya que la supera General Paz (24 kilóme¬tros contra 18,5). Y la 9 de Julio tampoco es la avenida más ancha del mundo, lo fue cuando se inauguró, en octubre de 1937”, explica.
La calle más an¬gosta de Buenos Aires es Santa Magdalena: está en Barracas y mide un metro de ancho. La más corta, Emilio Petto¬ruti, en Recoleta, don¬de se unen las avenidas Del Libertador y Figue¬roa Alcorta.
En diversos barrios, las calles rinden homenaje a una temá¬tica específica. En Ver¬salles todos los pasajes y cortadas tienen nom¬bres indígenas (Cochi¬có, Caldén y Cangayé) o gauchescos (El Rancho, La Huella y La Diligencia). Parque Chas evoca a ciudades de Europa: Varsovia, Ham¬burgo, Belgrado, Budapest, Ate¬nas y Marsella. Y Palermo a los países de Améri¬ca Latina: Hon¬duras, Paraguay, El Salvador, Nica¬ragua, Costa Rica y Guatemala.
La arteria que registra más cam¬bios es Defensa. Se llamó Real, Del Fuerte, San Francisco, Mayor, San Martín, Liniers y De la Reconquista. Aunque estén a la vista de todos, algunas curiosidades pasan des¬apercibidas. En pleno Centro, cinco calles consecutivas homenajean a presidentes argentinos: Hipólito Yri¬goyen, Bernardino Rivadavia, Barto¬lomé Mitre, Juan Domingo Perón y Domingo Faustino Sarmiento.
Nuevos vecinos
Hasta 1995 en la ciudad sólo había 24 calles que rendían home¬naje a las mujeres. Con la inaugura-ción de Puerto Madero, se sumaron otras 20. Entre ellas, Alicia Moreau de Justo (política), Azucena Villaflor (fundadora de Madres de Plaza de Mayo) y Victoria Ocampo (escrito¬ra). Entre los escritores, la suma su¬pera las 60 calles. Están los más re¬conocidos: Julio Cortázar, Roberto Arlt, Macedonio Fernández, José Hernández, Scalabrini Ortiz, Bioy Casares, Leopoldo Lugones y Jor¬ge Luis Borges, a quien no le hubie¬se gustado que una calle llevara su nombre.
Entre las calles que evocan al mundo literario, también hay au¬sencias notables. Por ejemplo Oli-verio Girondo, Leónidas Barletta, Ezequiel Martínez Estrada o Elías Castelnuovo. Entre los literatos extranjeros tienen calle Antonio Machado (Parque Centenario), Julio Verne (La Boca) y Lope de Vega, Molière, Víctor Hugo y Dan¬te (Villa Luro). Hay más calles con nombres de escritores que hace algunas décadas, es cierto, pero entre todas no llegan a sumar ni siquiera una extensión semejante a la de algunos ignotos militares, como por ejemplo la dedicada a Coronel Díaz. A Arlt le tocó un pa¬saje de 50 metros en Palermo, a Cortázar tres cuadras y a Bioy Ca¬sares 100 metros. Borges, aunque no lo quería, recibió diez cuadras.
Buenos Aires es también sus calles. Y lo que ellas nombran: la espada y la pólvora, la palabra y el tango, el fútbol y las fechas patrias. Es las avenidas y los pasajes, las au¬topistas y las cortadas. Es las que tienen nombre y las que borró la historia oficial. Desde la fundación de Juan de Garay hasta hoy.
Fuente: Diario Z
Descubren cómo las células eligen
alimentarse de azúcares o grasas
alimentarse de azúcares o grasas
Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares han estudiado la manera en que las células optimizan y regulan su capacidad de utilizar glucosa o ácidos grasos. Este mecanismo es esencial en la adaptación al ayuno, a la disminución de oxígeno y su importancia en la activación de las células del sistema inmunitario.
Para garantizar un uso eficiente de los alimentos que reciben, las células tienen sistemas que les permiten capturar y transportar a su interior aquellos nutrientes de los que disponen. Pero si tienen a su disposición varios tipos, pueden seleccionar aquellos que más les interesan y eliminar los productos no deseados.
Científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) han descrito en la última edición de Cell Metabolism el proceso por el que las células optimizan y regulan molecularmente su capacidad de utilizar azúcares o grasas indistintamente para alimentarse.
La verdadera digestión de los alimentos se produce en todas y cada una de las células del cuerpo. Mientras unas consumen preferentemente azúcares, otras se alimentan fundamentalmente de grasas y otras pueden cambiar de uno a otro nutriente. En el interior de las células, los alimentos son distribuidos hacia las mitocondrias, la parte celular especializada donde los nutrientes se queman para extraer la energía que contienen. Tanto los azúcares (glucosa) como las grasas (ácidos grasos) terminan quemándose en ellas, pero éstas deben ajustarse de manera diferente si su principal combustible proviene de unos u otras.
Así, añade el experto, al cambiar la alimentación, al hacer ejercicio o después de un periodo de ayuno, la disponibilidad de alimentos suministrados a las células cambia y estas deben ser capaces de adaptarse. La mitocondria debe adaptar sus ‘quemadores’, llamados técnicamente ‘cadena de transporte electrónico (CTE)’. La adaptación de la CTE mitocondrial era conocida, pero no las señales que promovían este cambio y las moléculas responsables de él.
En su estudio se describen las señales y las moléculas que regulan esta adaptación. En el proceso de quemado de los alimentos en la mitocondria se necesita oxígeno, por lo que se produce normalmente tanto agua (H2O) como CO2, además de energía. Sin embargo, cuando la CTE no está perfectamente ajustada al tipo de alimento que está quemando (cuando pasa de quemar azúcar a ácidos grasos) se producen además unos derivados del oxígeno llamados especies reactivas de oxígeno (ROS), entre ellos agua oxigenada (H2O2).
La producción de H2O2 activa un sensor molecular llamado Fgr (Fgr-tyrosina kinasa), que interpreta que la organización de los quemadores en la CTE no es adecuada para quemar los ácidos grasos que le están llegando a la mitocondria y da la alarma. Lo hace modificando uno de los elementos de los quemadores (mediante la unión de un fosfato), haciéndolo más activo y causando el cambio en la organización de los quemadores para que sea más adecuado a quemar ácidos grasos. Esta modificación, denominada fosforilación, es reversible.
Los autores postulan que debe existir otra molécula (aún no descubierta) responsable de revertir esta modificación (defosforilación) cuando los quemadores de la mitocondria deban readaptarse para quemar glucosa de nuevo.
Fuente: Agencia SINC
¿Se debería regular la comida?
Si la obesidad y el sobrepeso son la quinta causa de muerte en el mundo, ¿se deberían crear leyes para combatirla? Grupos internacionales hicieron un llamado para que se regule la industria de la comida de la misma forma que se hace con el tabaco, pues consideran que la obesidad supone un riesgo mayor para la salud que el cigarrillo.
El informe redactado por dicho grupo internacional recomienda colocar fotos en las etiquetas de los empaques, como ocurre en los paquetes de cigarros.
Las dos organizaciones consideran que los gobiernos de todo el mundo deben imponer reglas obligatorias para la industria de alimentos y bebidas. Estiman que las muertes en todo el mundo a causa de la obesidad y el sobrepeso pasaron de 2,6 millones en 2005 a 3,4 millones en 2010.
Estas nuevas regulaciones podrían incluir la reducción de los niveles de sal, grasas saturadas y azúcares en las comidas, mejorar los platos que se sirven en hospitales y colegios, imponer estrictos controles de promoción de productos y educar al público sobre una alimentación saludable.
El informe sugiere que los gobiernos deberían revisar los precios de alimentos, imponer impuestos, cambiar los controles de licencias y empezar nuevas investigaciones que soporte estos cambios.
Además, el grupo internacional sostuvo que si la obesidad fuera una enfermedad infecciosa, habríamos visto miles de millones de dólares invertidos para controlarla. Pero como la obesidad está causada principalmente por el exceso del consumo de alimentos grasos y con mucha azúcar, hemos visto a legisladores reticentes a meterse con los intereses de la corporaciones que promueven estas comidas.
Fuente: BBC Mundo
Cómo revivir una sonda espacial abandonada
En agosto de 1978 fue lanzada al espacio la sonda ISEE-3 y en 1999, después de una extensa y exitosa carrera, fue abandonada a su suerte. Pero ahora dos científicos quieren traerla de regreso a la vida.
La misión no es sencilla, la sonda no puede ser contactada a través de una orden emitida por una computadora sino a través de radio señales, la batería está muerta (aunque cuenta también con paneles solares), la NASA (Agencia Espacial de Estados Unidos) apoya el proyecto pero no da un dólar y nadie puede asegurar que sus cohetes vuelvan a encender.
La primera misión de la ISEE-3 fue estudiar la interacción entre los campos magnéticos de la Tierra y los vientos solares, pero luego su misión fue aún más audaz: explorar cometas. En 1986 se convirtió en el primer objeto elaborado por el hombre en volar cerca de la cola del cometa Halley. Luego de este logro, la ISEE-3 continuó recolectando información pero a medida que se alejaba de la Tierra la importancia de su trabajo fue mermando hasta que en 1997 su misión fue oficialmente concluida.
En 1999 la NASA se volvió a contactar y comprobó que 12 de sus 13 instrumentos aún funcionaban. Sin embargo, la ISEE-3 no había sido abandonada por completo: tras su acercamiento al cometa Halley, Farquhar la había colocado en una órbita que la traería de regreso a la Tierra en el verano boreal de 2014.
Ambos científicos desean que la sonda, en caso de volver a funcionar, se convierta en una plataforma científica de acceso público. Ambos imaginan aplicaciones para teléfonos inteligentes que permitan a estudiantes acceder a los instrumentos del antiguo viajero espacial.
Pero de lograr su propósito, Cowing y Wingo se convertirían en los primeros "científicos ciudadanos" en tomar control de un artefacto enviado al espacio por la NASA, lo que podría abrir el camino para que otros colegas en el futuro intenten otras "resurrecciones".
Fuente: BBC Mundo
Argentinos descubren que el período
Jurásico duró más de lo estimado
Jurásico duró más de lo estimado
El planeta Tierra se formó hace 4.600 millones de años, y los diferentes momentos de su historia fueron divididos en eras geológicas. Cada una de ellas se compone de períodos menores. El límite que separa el Período Jurásico del Cretácico, durante la era Mesozoica, estaba establecido en 145 millones de años. Pero un estudio científico llevado a cabo en la formación Vaca Muerta por investigadores de la UBA y el CONICET arrojó una fecha diferente.
Por primera vez, en el mundo hay dataciones precisas que permiten establecer que el límite entre el Período Jurásico y el Período Cretácico fue hace 140 millones de años, unos 5 millones de años más tarde. Esas dataciones fueron realizadas por científicos del Instituto de Estudios Andinos Don Pablo Groeber, que depende del Conicet y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), a partir del estudio realizado en Vaca Muerta. El descubrimiento significa que el Período Jurásico (que se conoce por ser el momento en que los grandes dinosaurios dominaban en el planeta) habría sido más extenso de lo que se calculaba desde hace décadas.
El grupo de científico hace ya cinco años que trabajan en la zona de Vaca Muerta ya que es uno de los pocos lugares que combina fósiles marinos y cenizas volcánicas. Allí encontraron cenizas volcánicas que no coincidían con la edad de los fósiles que estaban cerca (amonites y nanoplancton). Esta diferencia hizo que los investigadores llevaran los minerales que forman parte de las cenizas a Brasil, Australia y Suiza para ser analizados. Allí, corroboraron que la división de los períodos entre Jurásico y Cretácico había sucedido 5 millones de años después. Los resultados obtenidos y otros trabajos podrían servir para tener más precisión para la prospección moderna de petróleo y gas en la zona.
Hace 140 millones de años, la zona de Vaca Muerta era muy distinta. El territorio actual de Argentina estaba aún unido con África, y Vaca Muerta era el fondo de un mar que venía del Pacífico. Neuquén y Mendoza eran playas abiertas al Pacífico.
Fuente: Clarín
Crean frutas artificiales con impresoras 3D
De la mano de la ciencia y la tecnología, una empresa inglesa desarrolló una máquina que, aplicando técnicas de la cocina molecular, genera fruta encapsulada en pequeñas esferas.
El dispositivo crea “frutas 3D” en cuestión de segundos. El equipo utiliza una técnica de gastronomía molecular llamada esferificación (dar forma de esfera a los alimentos) en la que combina gotitas de jugos de frutas con diferentes sabores.
La máquina, inicialmente, está dirigida a cocineros y a personas cercanas al negocio de la gastronomía, pero también a cualquier persona interesada en las “experiencias culinarias creativas”, ya que no requiere ningún conocimiento especializado para crear rápidamente frutas. Por el momento, se está experimentando más con ellas porque hay un mayor interés por “procesarlas” en distintos formatos y hacerlas más accesibles.
Fuente: Clarín
Crean marcapasos inalámbrico del
tamaño de un grano de arroz
tamaño de un grano de arroz
Investigadores en Estados Unidos crearon un marcapasos del tamaño de un grano de arroz que cuenta con un sistema de energía inalámbrico. El dispositivo fue implantado y probado en un conejo. Los científicos lograron regular el ritmo cardíaco del animal con el marcapasos.
Los investigadores de la Universidad de Stanford que publicaron la investigación en la revista PNAS señalan que si este tipo de implantes logra funcionar en humanos, podrían desarrollarse dispositivos más pequeños que los que están disponibles actualmente. Estos serían más seguros y no tendrían las voluminosas baterías y los burdos sistemas para recargarlas que actualmente usan estos aparatos.
Fuente: BBC Mundo
¿Qué hacer para que nuestros edificios
sean menos tóxicos?
sean menos tóxicos?
Las construcciones residenciales y comerciales contribuyen con cerca del 25% de las emisiones globales de CO2 cada año, según indica el Panel Internacional sobre Cambio Climático.
Iluminación, calefacción y aire acondicionado conforman un trío profano de actividades que contribuyen masivamente al calentamiento global, con todos los eventos climatológicos extremos y el daño a los recursos naturales que trae consigo.
El problema es que la mayoría de ellos son viejos e ineficientes en cuestiones térmicas. Y cerca del 60% de los edificios actuales estará aún aquí en 2050, condenándonos a esta ineficiencia por décadas. Como derrumbarlos a todos y comenzar de cero no es una opción, modernizarlos -agregando dispositivos y tecnologías de gestión que ahorren energía- es la única alternativa.
Reducir el consumo de energía de una casa promedio es probablemente el mayor desafío. Lograr que la gente y la industria de la construcción cambien su comportamiento es muy difícil, necesita que aquellos que diseñan las leyes y los que legislan den el primer paso.
Los dueños de casas y apartamentos podrían reducir el consumo de energía en más del 80% aislando las paredes, los techos, los pisos, las ventanas y las puertas de sus casas, así como instalando sistemas de calefacción más eficientes y mejores sistemas de iluminación. Pero añadir todo esto a una casa de dos pisos construida con ladrillos tradicionales puede ser caro y complejo.
Fuente: BBC Mundo
El INTA llegó con tecnología argentina a la India
Un robot desarrollado por el INTA para mejorar la soja se expuso durante el Tercer Simposio Internacional de Fenotipado de Plantas, realizado en Chennai –India–. Esta tecnología, una plataforma automática de fenotipado de soja, fue presentada por Luis Aguirrezábal, especialista del INTA Balcarce y del Conicet. El robot le permite a la Argentina ser líder en el desarrollo de tecnologías agrícolas novedosas y a bajo costo.
Con 1.600 millones de habitantes, de los cuales un 40% es vegetariano, la India es uno de los países más interesados en mejorar la producción de legumbres y de trigo en condiciones de sequía.
La patente del robot fue registrada por el INTA en 2011 y tiene como objetivo optimizar el proceso de medición de las características físicas de las plantas –el fenotipo–. Una descripción minuciosa permite a los investigadores analizar la constitución genética de cada ejemplar y, de este modo, acelerar la obtención de variedades mejoradas de los cultivos.
Fuente: Argentina
Descubren que la cordillera andina
no provocó el desierto
no provocó el desierto
Contrariamente a lo que se creía hasta ahora, un estudio argentino de muestras de polen fosilizado revela que el ascenso de los Andes australes no habría desencadenado la desertificación en la actual estepa patagónica, como creían los científicos.
Palazzesi y su equipo examinaron bajo el microscopio granos de polen fósiles, que contienen información acerca de cómo era el clima hace millones de años. El investigador y sus colegas pudieron reconstruir datos climáticos del Mioceno tardío, hace unos diez millones de años. Y comprobaron que en ese entonces la región nororiental de la Patagonia tenía un clima más benigno, similar al que se hoy se observa en zonas más tropicales, como en el noreste de Argentina, Uruguay o el sur de Brasil. El promedio de temperatura de la estación más fría era de 11,4 a 16,9 grados, cuando hoy ronda los 3,5 grados; en tanto, la precipitación media anual era de unos 660 milímetros, tres veces más que los registros actuales.
En función de esos datos, los científicos concluyeron en la revista Nature Communications que el desarrollo de la estepa patagónica, tal como se la conoce hoy, ocurrió más tarde de lo que se pensaba. “El levantamiento de la cordillera austral no había sido el principal desencadenante de la desertificación de lo que hoy es la estepa, sino que eventos climáticos más recientes habrían sido los responsables”, indicó el investigador.
Para Palazzesi, el hallazgo no sólo tiene importancia histórica. Entender mejor la respuesta de la flora a los cambios del pasado, permitirá predecir la magnitud de los cambios que podrían ocasionar futuros eventos climáticos.
Fuente: Tomá mate y avivate
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